Bruno Fernandes, de roja a roja y tiro porque me toca

Si algo tiene claro Bruno Fernandes es que no guardará esta última semana en su baúl de los recuerdos. El capitán del Manchester United, que debe ser un ejemplo sobre el terreno de juego para su equipo, ha vuelto a recibir una nueva tarjeta roja solamente cuatro días después de que se marchase expulsado contra el Tottenham. En un equipo que se cae a la deriva, su principal capitán no ayuda para nada a sacar a flote el barco.

El Teatro de las Pesadillas

El Manchester United volvió a protagonizar el enésimo varapalo de la temporada tras empatar en do Dragão contra el Porto. El conjunto mancuniano, que ya había empatado contra el Twente en el arranque de la competición europea, volvió a dejarse puntos esta vez en feudo portugués. Puede dar gracias Ten Hag del tardío tanto de Maguire que supuso un punto sobre la bocina, aunque demasiado aciago parece el destino del técnico holandés como para escudarse en este tipo de factores.

Un sospechoso reincidente

El equipo inglés llegaba, además, después de recibir una buena goleada contra el Tottenham este pasado domingo en Old Trafford (0-3), justamente un encuentro donde Bruno Fernandes se marchó expulsado en el minuto 42' por roja directa. El capitán mancuniano dejó vendido a su equipo antes del descanso y el United terminó pagándolo con una derrota que afectó moralmente al equipo. La Federación Inglesa de Fútbol terminó retirándole la roja tras las alegaciones del conjunto mancuniano, aunque el daño ya estaba hecho.

La reacción sensata hubiese sido intentar dar un golpe sobre la mesa en el siguiente partido para dar ejemplo a sus compañeros dentro del campo... aunque parece que Bruno no fue capaz de aprenderse la lección. Después de la expulsión el pasado domingo, apenas cuatro días después, el portugués volvió a marcharse expulsado del terreno de juego. El jugador volvía a dejar expuesto a su equipo, esta vez en Europa League contra el Porto y en un escenario complicado para los suyos. Dos tarjetas rojas en apenas cuatro días y una semana que Bruno intentará olvidar cuanto antes.